Carmen Idalia Ortiz Rivera
San Juan, PR
“La realidad es que el proceso electoral pone a los puertorriqueños a pelear unos contra otros desde falsas divisiones que nos dificultan vernos como la voluntad una: el individuo colectivo, la vida que somos.
Así perdemos de vista también nuestra verdadera división: entre los que afirman la Nación desde distintos niveles de conciencia y los que la niegan y desprecian. Ese divisionismo electoral actúa también como óbice para una unificación del país que lo conduzca a auto defenderse como una sola voz en la calle. El verano boricua de 2019 triunfó porque fue una genuina unificación espontánea del pueblo: unido en una misma indignación, en un mismo sentir, más allá de divisiones partidistas.
Todo partido. justo como tal, encierra la simiente de la corrupción en la línea de menor resistencia: la defensa de los míos, de mis ideas, de mis intereses, al precio que sea. Ese interés entra en contradicción con el genuino interés nacional: el de la vida que se manifiesta en la de todos y cada uno.
Esta crisis que atravesamos, es la del colectivo que somos, pues a la misma llegamos como eso. Es una exigencia de crecimiento para todos, oportunista mente distorsionada por los intereses partidistas.
El PIP, por ejemplo, es un partido fracasado que ahora se canta libre de culpa — libre de la necesidad de introspección y de crecer. Eso es deshonestidad. Justo porque es una crisis total de la conciencia que somos, la misma no puede menos que reflejarse en todos, incluidos los partidos.
Lo ideal sería unirnos como en el verano boricua y auto defendernos para sobrevivir, no votar en la falsa elección colonial que solo fomenta un divisionismo falso que nos impide vernos, pero ahora mismo eso representa una grandísima utopía. Demasiado apasionamiento , ambición y división partidista. Los partidos nos parten, impidiendo la indispensable unificación para la eficaz autodefensa. Ya estamos amenazados de muerte como nación”.
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