Por ALEXIS MORALES CALES
Periodista independiente, Musicólogo e Historiador
La noticia de la muerte de Antonio Cabán Vale, El Topo, ha puesto a algunos a concluir que con él muere la Nueva Trova, siendo el último sobreviviente del grupo que representó ese movimiento entre los años 60 – 90. ¿De verdad ha muerto la Nueva Trova?
Hagamos un repaso del cómo y por qué de ese género musical. Primero puntualizando el hecho de que desde la antigua Europa, la trova ha sido medio de expresión de sentimientos y narración de la historia. En Puerto Rico, los antiguos trovadores y cantores del folclor seguían el mismo patrón. Notemos el hecho de que el aguinaldo y el seis se clasificaban como históricos, a lo divino y de amor.
El modernismo bajó la intensidad de la expresión folclórica en cierto momento en el siglo XX, y las nuevas generaciones no se sentían muy atraídas hacia el folclor. En parte por la imagen que se presentaba de los cantores y músicos campesinos, descalzos, con los pantalones amarrados con hollejo. Definitivamente los jóvenes no querían identificarse con tales figuras.
A mediados de los 60, hubo un esfuerzo por revivir el folclor e interesar a la nueva generación en los géneros típicos y sus instrumentos. El Dr. Francisco López Cruz estableció cursos de cuatro en el Instituto de Cultura, poniendo las bases para un nuevo capítulo en la historia musical. Para 1968 encontramos en la programación que anunciaban los canales de televisión unos espacios para ese tipo de música, sobresaliendo el programa BORINQUEN CANTA, por WAPA TV, que estuvo diez años en el aire. Con Guillermo José Torres como animador, captó la atención de una audiencia de todas las edades presentando en una forma elegante la música tradicional. Esto coincidió con la difusión de las canciones de Joan Báez y Bob Dylan, melodías en estilo «country music» modernizada y de crítica social.
En Cuba se formó un tipo de cantautor y grupos siguiendo el estilo de Báez y Dylan, en lo que llegó a conocerse como Nueva Trova Cubana.
En Puerto Rico también repercutió la nueva forma de cantar, siendo representativos de esa época autores como Antonio Cabán Vale (El Topo), cantantes como Roy Brown y grupos como Taoné. No incluyo a Andrés Jiménez a pesar de haber emergido en esa misma época, pues desde sus inicios muy joven se encaminó a la trova tradicional, al estilo de los viejos cantores. Eso le da un lugar en la historia musical y folclórica, como continuidad de la vieja trova.
Creo que podemos ubicar la definición de una Nueva Trova propia de Puerto Rico en el 1973, cuando el empresario ponceño Rafael Rovira dio su apoyo a Tony Croatto para que con el grupo GUAYACÁN grabara un disco de música tradicional. Podemos decir que en 1973 Rovira Biscuits hizo una muestra de junte de folclor y empresa para dejarnos lo que 51 años después es un documento histórico sonoro, un ejemplo de cómo el comercio puede ser puntal de apoyo para la cultura.
El resto de la historia de la Nueva Trova es más conocido. HACIENDO PUNTO EN OTRO SON, que incluyó canciones de EL TOPO y Roy Brownn en su repertorio, le dio velocidad al nuevo género. Otros cantores y grupos se unieron en ese cultivo del campo de la Nueva Trova. TONY CROATTO Y SU GRUPO, NANO CABRERA, MOLIENDO VIDRIO, VIVOS DE MILAGRO, GUAYCIBA, TIZANA, CAFÉ COLAO, etc.
Un dato importante en esa historia: coincidió con un resurgir del interés en la tierra y la agricultura, lo que se refleja en las canciones de ese período histórico.
En esa secuencia, debo mencionar el trabajo de Rafael (Pilo) Suárez, Rafael Moreno, Cristóbal Santiago y otros que se dedicaron a crear manuales de instrucción para el cuatro puertorriqueño.
En el sistema de Escuela Libre de Música se añadió el cuatro puertorriqueño a los cursos, y en 2009 el Departamento de Educación creó la plaza de Maestro de Cuatro Puertorriqueño en las escuelas públicas.
La Nova Trova Portorricensis está latente, en período de remisión, pero no ha muerto. Pienso que la muerte de EL TOPO pudiera, irónicamente, ayudar a revivir ese género tan único. Muchos de la actual generación no conocieron a ese cantautor en vida, pero lo están conociendo tras la noticia de su muerte, y están escuchando con curiosidad su música.
¿Qué haría falta para un nuevo impulso y repunte de ese estilo musical que sirve de identidad nacional? Creo que cada agencia de gobierno relacionada con educación y cultura, tanto a nivel estatal como municipal, puede hacer mucho en esa dirección. Igualmente, un nuevo junte empresarial – cultural como el de Rovira Biscuits con Tony Croatto en 1973, sería catapulta para tales fines.
Ha muerto El Topo, pero no su música. Y esa música puede servir de semilla a sembrarse en un nuevo campo.

