Crónica perenne
JAIME TORRES TORRES
PRENSA SIN CENSURA
Una señora se le acercó y, sin reprimir las lágrimas, se persignó, se arrodilló y amarró un mazo de cintas multicolores a la espada de Santiago de las Mujeres.
Más adelante, un muchacho se arrimó a la imagen y repitió el ritual con emotiva devoción.
La escena fue recurrente durante el trayecto del Santo por las Medianías en dirección al monumento del árbol de corcho donde, según la tradición oral, un pescador de Las Carreras encontró su imagen.
Eso sucedió hace poco más de 200 años y desde entonces, en una expresión elocuente de la religiosidad popular y su rico sincretismo, se rinde honores con tres procesiones a Santiago Apóstol: el de los Hombres, el Santiaguito de los Niños y el de las Mujeres o Santa Ana, a cuya procesión Prensa sin censura asistió gracias a la orientación de la profesora Rosamary Berríos, cineasta y productora de la película “Santiago de las Mujeres”, recientemente en cartelera.
Durante la cobertura de parte de la procesión, resultó evidente que la verdadera festividad se registra en este vespertino encuentro comunitario: un culto de fe y gozadera que caracteriza la loiceñidad; con sus nobles y festivas expresiones.
Este año a no pocos loiceños arropa el luto porque de enero al presente han fallecido poco más de 150 personas.
Aún así la Fe sigue viva. De manera que ancianos, adultos, jóvenes y niños salen de sus casas y colocan sillas a ambos lados de la PR-187 en dirección a los sectores Los Calcaños, Colobó y Las Carreras en Medianía Alta.
“Si se le pide con el corazón y con mucha Fe, las oraciones por las intenciones que ofrecemos son respondidas”.
Abriendo camino al Santo, la comparsa de vejigantes, caballeros, ancianos y locas avanzó contenta y vigorosa con su peculiar algarabía y colorido.
Detrás, varias mujeres cargaban a Santiago y en una esquina de Los Calcaños, Santiaguito esperaba para saludarlo.
Una carroza con músicos loiceños interpretaba danzas que a la misma vez ambientaban la procesión de solemnidad.
El Batey de los Ayala olía a bomba, pero aún no la tocaban, aunque a lo lejos, a pesar de las detonaciones que anunciaban la cercanía del Santo a la parroquia nombrada a su honor, se percibieron ecos de barriles tocando el seis corrido loiceño.
La gente se daba la fría y se saludaba con alegría. Otros callaban, en señal de reverencia a Santiago, patrón principal de Loíza, a pesar de la incomprensión eclesial del pasado.
La señora Ana Fuentes es devota de Santiago de las Mujeres, apodado Santa Ana, porque así lo heredó de su madre.
Mientras caminaba sosteniendo el altar en el extremo izquierdo delantero, Ana dijo a este medio que su mamá Sylvia Fuentes es la mantenedora.
“Si se le pide con el corazón y con mucha Fe, las oraciones por las intenciones que ofrecemos son respondidas”.
El Dr. Félix Ortiz Pedraza compartió con Prensa sin censura las peticiones que en los pasados tres años Santiago le ha concedido. “Una es regresar a Puerto Rico a trabajar, recuperarme de la adicción y poder regresar cada año”.
El fiel devoto testificó que su Fe en Santiago se ha traducido en una transformadora y liberadora experiencia espiritual real.
“Desde 1985 estoy sobrio y logré mi sobriedad aquí con este Santo. Le recomiendo al País que recuerde que la hermandad que nos une debe ir por encima de todas nuestras necesidades”.
La procesión finalmente recorrió la arteria principal de Las Carreras y metros antes del monumento donde estuvo el árbol de corcho, donde apareció la imagen, se tocó y bailó la bomba de Loíza.
Fue una tarde de camaradería, compañerismo, felicidad, devoción, festividad y Fe. Fue una jornada de paz en Loíza. Todos unidos por una causa: saludar al santo patrón Santiago Apóstol.
No cayó una gota de agua; el cielo estuvo muy brumoso, la calidad del aire no fue la mejor y la temperatura bastante alta. Se caminó bastante y se sudó copiosamente también.
Las lágrimas a veces se confundían con sudor. Las sonrisas eran tan contagiosas como las cintas de colores vivos y brillantes que engalanaron al Santo.
Ofrendas de seda verdes, rojas, amarillas, violetas, anaranjadas y azules simbolizaron la esperanza de un Pueblo que, fortalecido por Santiago, resiste contra la muerte, el racismo y la gentrificación.
Fotos/Prensa Sin Censura




