Nota del Editor: primero de una serie de artículos sobre la explotación minera en Puerto Rico.
Dr. Neftalí García Martínez neftaligarcia.pr@gmail.com
Desde mediados de la década de 1960 la construcción de la Carretera 10 ha estado ligada a la explotación privada, a cielo abierto, de los yacimientos de cobre, oro, plata y molibdeno de Ponce, Jayuya, Utuado, Adjuntas y Lares.
La explotación minera a cielo abierto requiere la remoción de la vegetación, de los suelos y subsuelo, rocas, que no contengan la concentración necesaria para hacer viable la explotación. Se eliminaría vegetación, animales, microorganismos, se contaminarían cuerpos de agua superficiales y subterráneos. Es evidente que se afectarían los humanos que utilicen esas fuentes de agua y vivan en áreas cercanas, aguas abajo del lugar o lejanas como los que dependen del acueducto de Arecibo a Bayamón y el resto de la región metropolitana.
En 1969, las compañías mineras Kennecott Copper Corporation y American Metal Climax hicieron una propuesta conjunta para la explotación a cielo abierto de tres yacimientos y para continuar la exploración en 37,000 cuerdas de terreno en los municipios mencionados. Existen unos 18 lugares adicionales con yacimientos o yacimientos potenciales, algunos de los cuales podrían ser explotables en conjunto con los primeros. (ver Figura 1).

Hay dos yacimientos de cobre, oro y plata cercanos, llamados Tanamá y Helecho, en el barrio Ángeles de Utuado. Están aledaños al río Tanamá, límite territorial de Utuado y Adjuntas. Hay un yacimiento llamado Sapo Alegre de cobre, oro, plata y molibdeno en el barrio Consejo de Utuado, aledaño al río Viví. Muy cerca al oeste está el yacimiento llamado Piedra Hueca localizado en Vegas Abajo de Adjuntas, el cual a su vez está cerca del yacimiento Cala Abajo, localizado en Vegas Arriba de Adjuntas. Ambos yacimientos están en la colindancia con Consejo de Utuado.
Las compañías mineras exigieron la construcción de la Carretera 10 de Arecibo a Ponce, electricidad de alto voltaje y agua del embalse Caonillas para llevar a cabo la explotación minera. La construcción de las porciones de la Carretera 10 de Arecibo a Utuado y de Ponce a Adjuntas se hizo con fondos públicos, por rutas nuevas, distintas a la Carretera 10 que existía. Se pretende, sin embargo, construir la Carretera 10 nueva de Utuado a Adjuntas cerca de la vieja ruta de la Carretera 10, que tiene ahora el número 123 y áreas aledañas a ésta.
No se ha hecho una evaluación científica de la necesidad de la carretera 10. No se ha informado cuántas personas viven a lo largo de la Carretera 123. Tampoco cuál es el tránsito vehicular diario en ambas direcciones entre Adjuntas y Utuado. En los habitantes de Adjuntas predomina viajar a Ponce a hacer gestiones de salud, compras y en oficinas de servicios públicos.
Los habitantes de Utuado hacen gestiones similares en Arecibo. No se ha tomado en consideración la reducción de la población de Utuado y Adjuntas desde que se propusiera la construcción de la nueva Carretera 10 hace unos 58 años.
Residentes de Utuado han informado que el paso de camiones de gran tamaño por ciertos puentes de la ruta 123 genera tapones que entorpecen el tránsito de otros vehículos. Se transporta gasolina, diesel y gas propano licuado en muchos de estos camiones. Hay o habrá una nueva instalación para recibir, almacenar y vender gas licuado en Peñuelas.
A corto plazo estos son algunos de los intereses económicos que impulsan la construcción de la carretera 10 entre Adjuntas y Utuado. Los conglomerados de capital minero y el United States Geological Survey (Catastro Geológico de EUA) están a la espera detrás.
La situación a resolver no es de flujo de tránsito, sino el ancho de los puentes con respecto a camiones de gran tamaño. La solución más rápida y de menor costo es ampliar ciertos puentes y ciertas curvas.
La construcción de la Carretera 10 por la ruta propuesta incluye 20 puentes, varios cruces del río Grande de Arecibo y de quebradas, complejos y costosos sistemas de control de derrumbes, deforestación, eliminación de hábitats de vida silvestre, erosión de suelos, sedimentación del río Grande de Arecibo y el embalse Dos Bocas. Este es fuente de agua para el acueducto que da servicio desde Arecibo a la Zona Metropolitana de Bayamón, San Juan, Carolina, Trujillo Alto, Caguas y Canóvanas.
Se ha señalado que la construcción de la Carretera 10 tomaría cinco años y que el tránsito de equipo pesado que incluye los camiones usados en la construcción, se daría por ésta. El severo impacto sobre el tránsito vehicular durante ese largo período no ha sido evaluado.
El costo del proyecto sería cuando menos $554.5 millones de dólares, unos $74 millones de dólares por kilómetro, un despilfarro de fondos públicos, casi todos del Departamento de la Vivienda.
El País necesita esos fondos para reparar estructuras abandonadas y construir nuevas para ser usadas como viviendas.
La ruta de construcción seleccionada discurre a lo largo del cañón del río Grande de Arecibo. A ambos lados hay montañas de gran declive que incrementarían la altura de los cortes, de los muros de contención, la erosión de los suelos y el subsuelo, la sedimentación del río Grande de Arecibo y del embalse Dos Bocas. Este río está conectado desde una pequeña represa por un túnel a la pequeña represa de Pellejas, a la represa Jordán del río Viví, que suple agua a Utuado y por otro túnel al embalse Caonillas.
Las montañas al oeste del río Grande de Arecibo son de gran altura, lo cual incrementa la cantidad de lluvia y la escorrentía hacia este. Hay un gran número de quebradas y el río Guaonico, afluentes del río Grande de Arecibo.
Dado el caso que la construcción de esta porción de la carretera 10 facilitaría la explotación a cielo abierto de varios yacimientos de cobre, oro, plata y molibdeno en los que hay presencia de azufre hay que incluir su impacto ambiental en la llamada DIA de la Carretera 10.
No incluirlos constituye una fragmentación de la evaluación del impacto ambiental conjunto. Desde 1970-1972 habíamos evaluado buena parte de los impactos ambientales de la minería a cielo abierto en la publicación ¨Puerto Rico y la Minería¨ (1972).
Su impacto incluía la deforestación, erosión de suelos, sedimentación de quebradas, los ríos Pellejas, Viví, Grande de Arecibo y el embalse Dos Bocas.
Además, contaminación de suelos, microrganismos, la vegetación, los humanos y otros animales, con polvo de la voladura de rocas con explosivos, la transportación de material extraído en las minas y las áreas de almacenaje de colas o estériles provenientes de la concentración del cobre, el oro, la plata y el molibdeno.
También se generaría contaminación de quebradas, ríos, las tomas de agua, el embalse Dos Bocas, el embalse Caonillas a través de los túneles mencionados, con aguas ácidas que resultarían de la oxidación en presencia de agua y oxígeno de compuestos que contienen azufre como la pirita, calcopirita y molibdenita, entre otros. Esas aguas también contendrían iones de hierro, manganeso, cobre, molibdeno y otros.
No se han evaluado y presentado rutas alternas detalladas por otros lugares. Si fuese necesaria la construcción de esa carretera, lo cual dudamos, hacerla por los barrios Juan González y Pellejas de Adjuntas, sin cruzar el río Grande de Arecibo y cruzando menos quebradas, reduciría los costos, el impacto ambiental social general y natural de manera significativa.
Incluimos una posible ruta preliminar por los barrios mencionados (ver Figura 2).
(El autor es un reconocido científico ambiental que publicará un libro sobre la explotación minera en Puerto Rico.)

