Usted maneja por la PR-951 de Canóvanas a Loíza y en el kilómetro 5.3 le sorprenderá un serio foco de contaminación al Río Grande: descargas sanitarias a plena luz del día en las aguas que más adelante desembocan en la playa con un peligroso impacto a la fauna marina. No se recomienda consumir el pescado de la zona. La Agencia de Protección Ambiental (EPA), el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) y las alcaldesas de Canóvanas y Loíza, Lornna Soto y Julia Nazario, lo saben, pero no pueden hacer nada porque es un problema de deterioro en la infraestructura de alcantarillados y de descargas ilegales a nuestros cuerpos de agua que se repite a través de todo el Archipiélago.
Jaime Torres Torres

