Miss Rodríguez responde desde la Eternidad del Amor

(Nota del Editor: la crónica Mi Maestra de Primer Grado ha impactado a numerosos lectores. La escritora Bany Sepúlveda, maestra retirada y profesional consagrada a la tutoría de niños, se inspiró y redactó la siguiente carta como encarnándose en el corazón de Miss Rodríguez convencida de que el Amor es más fuerte que la muerte.)

Por Bany Sepúlveda Rivera

Para Prensa sin censura

Mi ángel, Jaimito: 

He sabido que te allegaste a mi nido. Lo he sentido desde el alba en la que vivo. 

Quiero que sepas que emergí a la trascendencia en 2022 con 91 años de edad. Nunca, empero he dejado de sentir a niños tan valiosos y especiales como lo eres tú. 

Estuviste a la orilla de mi vera a muy temprana edad para ti.  

No importa cuanto hayas crecido, siempre serás mi niño en mi regazo. Desde acá no advierto la vellocidad que se impone en tu rostro para hacerte hombre. 

Tampoco me será posible adelantarme al camino de tu testa poblada de cabellos canosos.

En mi sempiterna memoria, sólo se allegará la complicidad de nuestros afectos cuando me constaban las presencias inventadas en tu alma de niño para autoredimirte (Dispensa mi atrevimiento de construir palabras porque orgullosamente sé que te has hecho periodista a nivel graduado y si alguien domina aspectos semánticos, ese eres tú).

Yo tenía 35 años de edad  porque nací en 1931. Eras uno de mis alumnos, mejor amigo de Jorgito, a quien lloré amargamente después de saber de su trágica partida de nuestro lado.

He sabido cuánto te ha dolido aun cuando tanto tiempo ha transcurrido. Sé que aún lo llevas en la memoria, pues fue muy tosco para ti asimilar tantas ausencias cuando no había transcurrido ni un lustro en tu existencia. 

Siempre lo supe y nunca lo compartí. Pensé que si no lo comunicabas, era porque te dolía y nunca quise tatuar en tu vida el oprobio de esa dolencia irrebatible. En tus oídos solo cabían de forma acertada, mis ternuras y arrumacos. Fue parte de nuestra dieta cotidiana, traer el afecto al plato del saber. 

Quiero que sepas, ahora que no te hace mella en el alma, que siempre supe de tus necesidades de afecto materno ,y el método, que de modo magistral usaste para redimidirte de tantas  ausencias. 

Esto ocurría aunque te asistiera la presencia de una “madrastra”. Esta última palabra es de dificultosa digestión para mí, por lo complicada que es la insustituible gestión afectiva que nuestra cultura impone al lexema de la palabra “ MADRE”. 

Ahora que me entiendes, puedo decirte que mi convicción es saber de nuestra cultura estrechamente patriarcal por el machismo, pero de convicciones altamente maternales. 

Esta es una de las incongruencies sociales. También nuestras carreteras miden distancias en kilómetros, pero los carros miden las distancias en millas. De otro modo, cuando algo es bueno decimos que “VALE LA PENA”, cuando realmente “VALE LA ALEGRIA”. 

Así de incongruentes podemos ser. 

No te hubiese dicho nada de esto porque eras muy tierno y la persona cumplía, de algún modo, su gesto redentor para una vida de edad tan temprana como la tuya en aquel entonces. 

Siempre lo supe, pero, respeté tu inocencia y los estilos patriarcales ante las disposiciones humanas que se erguían en tu estancia familiar. Supe todo siempre, pero allí estaban tus manitas y tu inocente alma esperando por mí como tu maestra de primer grado. Te sentí como terreno fértil para la labranza de nuevas palabras para leer y escribir. En tu alma noble sembré las semillas de las letras; lo demás lo hiciste tú. 

En aquel entonces, te declaré mi niño con amor filial desde mi alma de maestra comprometida con mi vocación. Te agradezco tanto haber nacido y respirar a mi lado en la Escuela José Severo Quiñones de Carolina.

Ese nombre tan particular de severidad, tan ajena a la que juntos construimos en aquel angosto espacio, fue salvación para tantos niños. Tuve el privilegio de tocar con mi amor a niños como tú desde mi joven alma. ¡Amé tanto, tanto lo que hice!

Guardé tus cartas y me refugié en ellas en momentos toscos para mí. Eran: “Te amo” tan frescos e inocentes en mi vida. Mi sala de clases fue un templo para mí y ustedes mis hijos y ángeles.

Te agradezco tanto el privilegio de venir a invitarme a tu graduación tras culminar tus estudios de Periodismo en la Escuela de Comunicación Pública de la Universidad de Puerto Rico.

No pude ir, pero fue un gran regalo para mí, saberte acurrucado por las letras. La palabra es un elemento emancipador que te conectará de forma orbital con el universo, siempre; escúchalas dentro de ti.

Imagínate, recordaba tus manos con algunas dificultades con lo que la caligrafía requería: alineación, tamaño y espacio. Más adelante supe que vinieron estrategias pedagógicas particulares para educar a niños con alguna diversidad funcional leve o profunda. Esas nuevas estrategias pedagógicas llegaron a nuestro patio después de la tragedia miserable de la Guerra de Vietnam y la mutilación de tanta población nuestra en edad productiva.

Yo hubiese acogido todas las técnicas nuevas para apoyarte a que todo te fuera más fácil.  

Tomé tus manos entre las mías e hice lo más que pude por ti. Esas santas manitas me acercaban a Dios en el gesto de darte una herramienta de expresión permanente como lo es la palabra escrita.

La desembocadura que elegiste con la palabra, puso independencia en tu ser y alimentos sobre la mesa de la familia que dignamente edificaste. Y como una desembocadura perfecta, llegaste a mí una vez pasados los años. ¡Qué  lindo espíritu tienes!

Hoy, que desde la trascendencia puedo acurrucarte en mi seno materno, te expreso el inmenso orgullo que me provoca tu verticalidad, tu honestidad y contundencia en la denuncia de todo lo que se aleja de la justicia para nuestra Nación. Que privilegio mayor tienen tus seres queridos de contar con tu amor y entrega por encima de tanto. ¡Eres muy admirable!

Gracias por tu consuelo cuando me arropó la angustia por Jorgito. En mi espalda se tatuó tu mano infantil tan poderosa para mí. Gracias por hacer visible lo invisible.

Gracias por respirar en mi sala de clases que fue siempre un sagrario para mí. Gracias por confiar en sentarte en mi regazo. Gracias por tus angelicales cartitas en mi buzón después de haberme movido al Colegio Cervantes. Gracias por  acurrucarte conmigo y validar lo más elevado de mi ser, la praxis pedagógica desde mi alma.

Gracias por visitar mi nido en mi vejez y elevarme al retratarte conmigo. Gracias por comprometerte con la corrección ortográfica. Gracias por tu conexión con las causas nobles y tu riesgosa verdad que se desborda a zancadas entre tus dientes.

Miss Rodríguez en el Colegio Cervantes. Foto/suministrada

Gracias por regresar a mi casa en días recientes y escuchar a mis cercanos hablarte de mi pasión pedagógica que aún toca a mi puerta buscando opción de tutorías. 

Ya me fui de la estancia física y desde acá te miro con ternura mesiánica. Gracias por enseñarme tanto. Los fonemas más elevados usados con la “r” no son sílabas directas como: ra, re, ri, ro, ru que fue un gran reto para tu lengua y paladar.

El sonido más agudo y audible de la “r” en tus cuerdas vocales ya maduras, suena hasta el mismo universo donde vivo, cuando concluye el vocablo “Amor”. Y de ese sentido ético que te edifica diariamente en tu seno familiar, puedes dar cátedra TÚ. 

Gracias por ser mi maestro desde tan temprana edad. Gracias por tragarte el oxígeno de mi sala de clases en 1966 y compartir conmigo el dióxido de carbono que a cualquiera envenena y que para mí, fue pura fotosíntesis, alimento para mi esencia.

Si me mantienes viva en la memoria, nunca, nunca, nunca me habré ido. Escúchame en tu alma. 

Te doy un beso en la frente. Gracias, mi Jaimito, en ti vivo. 

Desde acá, te doy las gracias. A mí no me debes nada. Lo que derramé sobre ti, lo hice con amor y recibí el beneficio simbiótico de tu inocencia y de tu contundente redención resiliente ante tanto oprobio. 

Sinceramente, desde la trascendencia,

María Teresa Rodríguez Toledo (Misis Rodríguez) 

Tu Maestra de Primer Grado, acá con nuestro Jorgito

 23 de febrero de 2024 (Acá la hora es “SIEMPRE”… ¿Qué hora es allá?)

Composición fotográfica/Prensa sin censura

Deja un comentario