Editorial
Por Rhina M. Jiménez MS
Texto y Fotos
Prensa sin censura
En el mes de diciembre del 2023 recibí dos “regalos” de parte del alcalde de Cayey Rolando Ortiz: un calendario del 2024 y una revista.
Ambos detallan las “obras” y promesas del alcalde, quien lleva 27 años de incumbente. Llamaron mi atención, por la gran calidad de los materiales, la interpretación artística de los futuros proyectos y el mensaje de propaganda política de cara a las elecciones.
Pero, más perturbador me resultó la aparición de enormes tablones de madera frente a las áreas donde se prometen hacer algunas de las futuras obras. Curiosamente, todas las piezas de propaganda comparten el mismo lenguaje, las mismas fotos y frases que aparentan tener como propósito la manipulación mediática y el condicionamiento de los individuos.
El lenguaje utilizado me recuerda a la famosa novela “1984” de George Orwell. La misma trata sobre un gobierno que ejerce control sobre la sociedad mediante un lenguaje manipulativo, rindiendo culto personal a un líder llamado Big Brother y manteniendo un estado de guerra perpetuo.
En el calendario, la revista y los tablones se leen las siguientes frases: “Seguimos avanzando”, “Una transformación que se vive”, “Nuestra ciudad avanza y se transforma” y “Parque urbano, un legado para presentes y futuras generaciones”. Estas muy bien podrían pertenecer a cualquier novela distópica (apocalíptica). Ya que pretenden distorsionar la percepción de la realidad en la que vivimos los cayeyanos, quienes no hemos visto avances, transformaciones o legados durante las últimas dos décadas.
En la revista titulada “Cayey, una transformación que se vive”, el alcalde escribe un mensaje el cual explica cómo Cayey se transforma mediante el urbanismo. Dice que su plan se hace “considerando el medio ambiente, un transporte colectivo, pensando en generaciones presentes y futuras”.
Menciona también que “continúan organizando espacios, rescatando estructuras abandonadas para convertirlos en espacio de vida segura.” Y concluye diciendo “reafirmamos el compromiso con la familia y la conservación del ambiente”.
Sin embargo, la transformación que hemos vivido los cayeyanos ha sido una en detrimento de nuestras generaciones presentes y futuras, mediante el desplazamiento y la gentrificación del casco urbano. Donde todavía no se cuenta con un transporte colectivo, quizás su promesa incumplida más longeva. Él no ha “rescatado estructuras abandonadas”, él ha expropiado y demolido las viviendas seguras de decenas de familias, donde hoy día quedan solo lotes vacíos. Planifica demoler estructuras útiles que albergaron oficinas municipales, para tirar cemento y reponer los estacionamientos eliminados por las aceras gigantes. Los proyectos propuestos no concuerdan con el aumento en población de la tercera edad ni con la disminución de la población infantil. No responden a las necesidades actuales de los cayeyanos: vivienda segura y accesible, reparación de carreteras principales, mejor acceso vehicular en los campos y activación de la economía. Da tristeza y causa frustración ver las carreteras intransitables y los locales de negocios cerrados o vacíos.
La mejor muestra de su falta de compromiso con el ambiente la podemos ver representada por los enormes tablones en madera con propaganda alusiva a sus promesas de campaña. Supongo que al igual que no le importa sembrar cemento, tampoco le preocupa comprar madera con dinero del Pueblo y contribuir a la deforestación del planeta. Mucho menos le importa gastar papel para imprimir y repartir decenas de miles de calendarios y revistas cuyo único propósito es la propaganda política para su reelección. Aunque los calendarios tienen anuncios de auspiciadores, las revistas solo tienen el logo del Municipio de Cayey, lo que sugiere que fueron pagadas con fondos públicos, al igual que los tablones de madera.
Pero los cayeyanos no vivimos en una ciudad distópica; nadie nos puede embobar con mensajes disonantes ni promesas recicladas. El 10 de enero estuvimos tomando fotos por el pueblo para nuestro editorial publicado el 12 de enero. Ese día tomamos fotos de tres tablones de madera, uno de los cuales contenía la frase de campaña “Seguimos avanzando” junto al logo del municipio. Esto en clara violación a la ley electoral que prohíbe el uso de fondos públicos para pagar propaganda política de candidatos electorales. Valga destacar que el 11 de enero, el Comité del PIP en Cayey publicó en su página de Facebook, la observación sobre los tablones de madera, el calendario y hasta un libro de colorear con propaganda política del alcalde. Algún cayeyano tuvo que haber intervenido de forma oficial, pues ya para el 22 de enero, la propaganda había sido retirada de los tablones.
Sin embargo, el empeño del alcalde en diseminar su propaganda política es tan intenso que, quienes utilicen el calendario verán ilustraciones de sus promesas de campaña durante el tiempo de la veda electoral. Específicamente en los meses de marzo, abril, mayo y junio, se promocionan algunas de sus promesas. En cada una de las páginas se encuentran el logo del Municipio de Cayey, el nombre de Rolando Ortiz Velázquez y su puesto de alcalde. Hasta el Centro de Salud Municipal, propiedad del municipio, es uno de los auspiciadores del mes de noviembre.
El alcalde de Cayey pretende condicionarnos y hacernos creer que, en efecto, ha habido mejoras y que tenemos que aceptarlo como algo cierto.
De la misma forma que en la novela “1984” dice el personaje principal: “Al final, el Partido anunciaba que dos y dos eran cinco, y había que creerlo”. Al parecer Rolando piensa que es el Big Brother de la montaña, pretendiendo borrar nuestra memoria colectiva y creyendo que puede manipularnos con propaganda que claramente viola la ley electoral.
Pues que se entere el alcalde de Cayey que, a sus constituyentes no nos falla la memoria, sabemos que dos más dos es cuatro y le restaremos votos el día de las elecciones.
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