Los Tres Santos Reyes: símbolos de la nacionalidad boricua

Quinto y último de una serie.

Nota del Editor: Ensayo histórico y crítico sobre la tradición de los Santos Reyes y la nacionalización del Rey negro Melchor que aparece en el libro “El Movimiento de los Reyes Magos hacia la Estrella Sola” del fenecido historiador, antropólogo, investigador y artesano Ramón López, que lo compartió con este periodista seis años antes de su fallecimiento en 2020.

Por Ramón López

De tantas cosas que hemos traído a la atencion del lector, lo mejor es retener lo siguiente. Uno de los elementos más llamativos de la manera puertorriqueña de eleborar un lenguaje propio sobre los Reyes Magos es la constante y a la vez cambiante prominencia del rey negro, que para nosotros es Melchor y para otros pueblos es uno u otro de los dos reyes restantes.

Esto se expresó originalmente en las tallas de nuestros antepasados santeros, en las insistencias de la oralidad popular y en los ceremoniales religiosos y/o festivos de la gente.

Actualmente, la prominencia de Melchor es activo ingrediente en las variadas manifestaciones de la creatividad popular, al punto de que en gran parte de las imágenes de Reyes que aparecen en Puerto Rico podemos reconocer a Melchor pero entre los otros dos no sabemos cuál es cuál.

La persistencia de la presencia distinguida de Melchor colocado en el medio y montado sobre caballo blanco es muy abundante -aunque no sea unánime- y es una de las maneras en que la gente reconoce y afirma la presencia afrocaribeña en nuestra cultura.

Esta referencia intencional ha servido para incorporar muchas y nuevas maneras de expresar el carácter multirracial de nuestra población en un lenguaje de orgullo que se opone a las también presentes manifestaciones del racismo en la sociedad puertorriqueña. Por eso no es exagerado decir que en Puerto Rico los Tres Reyes Magos han llegado a expresarse como Melchor y los otros dos Reyes Magos.

Cualquier intento por explicar y valorar esta configuración cultural debe tomar en cuenta una serie de procesos históricos de gran complejidad.

No hay lugar para explicaciones fáciles ni espacio para tergiversaciones interesadas. Tampoco hay revelaciones finales porque los datos abundantes y sugerentes que tenemos son a la vez fragmentarios e insuficientes. Sin embargo, esta realidad de la investigación no debe ser excusa para eludir la búsqueda del sentido histórico y de la valoración cultural de la experiencia colectiva. La etnografía y la etnohistoria tienen aquí mucho trabajo que realizar.

La tradición de unos Reyes Magos con un Melchor negro y prominente apareció entre nosotros hace siglos cuando la mayoría de la población era negra y mulata. Formó parte de una religiosidad popular contestataria ante un catolicismo institucional que durante siglos impidió la entrada de gente de color al clero. Se alimentó de una importante influencia africana en los modos de integrar variados elementos de alimentación, medicina, música, adorno, festividad y espiritualidad. Se reforzó por la persistencia de un discrimen que forzaba la ubicación de la gente de piel oscura en los sectores más pobres de la sociedad, de manera que lo negro y lo mulato fueron asociados insistentemente con lo popular. Se relacionó con conceptos populares de cariño, generosidad y justicia dada la mayor tolerancia racial que ha existido en las comunidades de la gente pobre. Incluyó el fortalecimiento de asociaciones entre lo negro y lo festivo, lo sabroso, lo rítmico y lo «colorao», todo lo anterior también traducido a los lenguajes de la forma y el color en la expresión plástica. Todo esto es parte del imaginario-real de la cultura popular puertorriqueña porque los Reyes Magos son una imaginación real de esta misma cultura. En nuestro país, el imaginario de la cultura nacional se sostiene en gran medida sobre la cultura popular y esto también convierte a los Reyes Magos en símbolo nacional.

Foto/Prensa sin censura

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