Nota del Editor: segundo de una serie de artículos. Prensa sin censura agradece a la autora su excelente, oportuna y reveladora colaboración.
Dra. Martha Quiñones Domínguez
Especial para Prensa sin censura
Revisando la histórica económica, Puerto Rico en un período histórico tomó la decisión de desarrollarse combinando entre lo que decidía la metrópoli y lo que necesitaba como pueblo.
Por un lado, se logró un balance de tener crecimiento equilibrado, con énfasis en el tamaño reducido de los mercados, los bajos niveles tecnológicos y el exceso de población, con mano de obra barata y la necesidad de atraer inversión de industrias extranjeras y, a la vez, tener desarrollo social, con énfasis en educación, mejorar la salud de la población, asegurar la provisión de agua potable y los sistemas de alcantarillado, de energía eléctrica, proveer viviendas, tener comunicaciones, desarrollo comunitario y enfocarse en la construcción de infraestructura.
El problema es que no se desarrolló el resto de sus sectores económicos ni vinculó a los sectores locales. Desde la colonia los administradores coloniales locales le dieron dirección al proceso en ese periodo de reforma y cumplieron con lo que querían los administradores coloniales de Estados Unidos.
Puerto Rico durante el siglo XX al XXI ha pasado por varias etapas de desarrollo (de enclave agrícola, militar, modernidad-industrial, comercial-servicios, pago de la deuda), en todos ha dominado hegemónicamente Estados Unidos y su forma de articular la economía y geopolítica de Puerto Rico, imponiendo desde Washington cambios en el marco legal en beneficio del capitalismo-imperialista.
Desde la década de 1940 se han articulado, por algunos de los gestores-administradores coloniales locales, espacios de desarrollo y de desarrollo comunitario con un breve momento histórico de reforma, siempre como enclave militar.
Pasamos de ser un enclave del monocultivo de la caña de azúcar (1900 a 1930), con un capitalismo explotador, en crisis económica y social (década de 1930), pasando simultáneamente con un breve periodo de economía militar (construcción de infraestructura) a un enclave industrial pero dentro del dominio imperialista de EE. UU.
La situación económica, social y política enfrentaba el reto de una población descontenta y empobrecida, donde las luchas del Partido Nacionalista de Puerto Rico fueron configurando el deseo de la independencia en el puertorriqueño.
Para Estados Unidos la situación política y militar de la colonia estaba en riesgo, así que recurre a los proyectos reformistas que los puertorriqueños habían presentado.
Es por esto por lo que, en la década de 1940, surge un breve periodo de reformismo y nuevas formas de dominio colonial que reconfiguran la economía. Este periodo sentaría las bases de la modernización, planificación e industrialización, con reforma agraria, desarrollo estatal autóctono y desarrollo comunitario. Esto contribuyó a que Puerto Rico comenzara su desarrollo y crecimiento económico enmarcado en un imperialismo solapado a la vez que reconfiguraba su estrategia política y económica para el Caribe.
En la década de 1940, a pesar de ser una colonia capitalista, se decidió por un enfoque keynesiano (Nuevo Trato o capitalismo de estado) “orientado hacia adentro” donde se aprovechó para establecer políticas de desarrollo e inversión en infraestructura, justificado con la industrialización y la militarización. El modelo de desarrollo aplicaba reformas esenciales para el diseño político-militar y un proceso de planificación diseñado para transformar a Puerto Rico.
La transformación hace uso de las potencialidades, con el fin de romper el modelo dependiente, creando una economía del conocimiento en las áreas de prioridad y dentro de la estrategia militar de Estados Unidos.
La transformación del gobierno, la inversión directa estatal, unido a forzar la industrialización (sustitución de importaciones), el desarrollo industrial basado en materias primas, la creación de comunidades rurales autogestionadas, las viviendas seguras, la diversidad en la agricultura y la creación de infraestructura se unen a la importancia estratégica político, militar y económica que garantizaba los beneficios de EE. UU. en la colonia.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, en la década de 1950, cambia el rumbo de la economía y la política de la colonia, creando el Estado Libre Asociado [ELA] como herramienta política. El cambio hacia una dependencia de capital importado para acelerar el desarrollo económico, “orientado hacia afuera”, acceso al mercado de EE. UU., se abandona la creación de empresas locales basadas en materias primas, abandono de la agricultura, se impone el proceso de industrialización acelerado de capital externo, con propaganda ideológica de que “es lo mejor” y el modelo de modernización económica e industrialización por invitación de la Operación Manos a la Obra.
Para el modelo de “industrialización por invitación” se proveen facilidades de infraestructura, incentivos fiscales federales y locales y subsidios, es el nuevo papel de Puerto Rico en el contexto de los planes de estrategias de capital industrial-militar manufacturero de EE. UU. La nueva estrategia geopolítica para Puerto Rico sería “la vitrina del Caribe” con políticas económicas neoliberales de privatizar las empresas nacionales, invitar empresas de EE. UU. (que se le ofrecen exenciones contributivas y mano de obra barata, abrir la economía a las mercancías de EE. UU.), la propaganda del “modelo puertorriqueño” que pretendía demostrar la democracia y el desarrollo al amparo de EE. UU.
El experimento de lo que el capital transnacional podía hacer en otros países para generar ganancias y rendimientos, en el marco de la Guerra Fría y la apertura de las economías, la relación política entre EE. UU. y Puerto Rico con su “mercado común” que facilita la industrialización por invitación. Ese modelo de modernización e industrialización con su marcada orientación al exterior no permitió espacio a las industrias locales, que poco a poco fueron mermando la participación económica, moviendo su inversión a finanzas, seguros, bienes raíces, servicios y comercio.
Mientras, se continúa con la inversión en capital humano por medio de la educación desde la primaria hasta la universitaria, del sistema de salud pública y viviendas seguras.
La inversión en infraestructura, justificada con el programa de industrialización, estableció la electrificación total, las redes viales, el alcantarillado y agua potable que a su vez benefició a la población, aunque aumentó la deuda pública. A su vez el desarrollo de un sistema de administración pública y modernización, la promoción de una cultura de cambio, el colonialismo psicológico del miedo a la independencia, transformando la economía y sociedad además del aumento de la deuda pública, donde se manifiesta crecimiento con efectos sociales y ambientales y las políticas de ajustes. A la vez la presencia militar crece en el archipiélago y la persecución independentista: seguimos siendo un enclave militar.
Surge otro período de transformación económica en la década de 1970 con la crisis del capitalismo internacional y con los cambios en el marco institucional que han transformado la economía de Puerto Rico, imponiendo un economía capitalista-neoliberal-dependiente de capital y fondos externos (transferencias federales).
El Congreso de los Estados Unidos enmienda el Código de Rentas Internas, a través de la Sección 936 del Código que provee a las subsidiarias de empresas de los EE. UU. la posibilidad de repatriar libre de contribuciones federales las ganancias obtenidas por sus actividades productivas en la isla y combinado con los incentivos tributarios ofrecidos a nivel local era un gran negocio para las industrias de EE. UU.
Para la década de 1980 se inserta a Puerto Rico en la distribución de fondos federales (o transferencias federales) que son aportaciones económicas, ya sean monetarias o en especie (incluye las ganadas como el Seguro Social, pensiones de veteranos o pensiones empleados y las otorgadas), provenientes del gobierno de los EE. UU.
La cantidad de fondos federales aumentó en este periodo. Consisten en aportaciones hechas por el gobierno federal a favor de las instituciones gubernamentales en Puerto Rico, así como también los fondos dirigidos a las instituciones privadas (organizaciones privadas o sin fines de lucro, ONG) y a los individuos, con refuerzos ideológicos que fomenta la dependencia.
Son dirigidas a adelantar el propósito de estabilizar la colonia en asuntos sociales, aplacar el desempleo, proveer ingresos para dar liquidez al sistema económico, tranquilizar la sociedad y desviar la atención de la situación política. Los fondos federales mitigaron las consecuencias sociales de la falta de crecimiento económico, pero crearon el problema de la dependencia.
La insuficiencia en el crecimiento económico se encubrió con aumentos en el gasto público, los fondos federales y aumentos en la deuda del sector público.
A la dependencia de inversiones externas y fondos federales se suman los fondos que llegaban como parte de la estrategia de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, que contiene medidas de desarrollo, asistencia técnica y financiera, ayudas de bienestar social y marco tributario preferencial, con el fin de dar un impulso a la economía regional a la vez que fomentan el embargo económico y la publicidad contra Cuba.
El modelo capitalista dependiente continua con la industrialización por invitación (con la ayuda de la Sección 936), se añade atraer comercio y su fase de dependencia de fondos externos provistos por EE. UU., intensificándose desde la década de 1980. Con los Tratados de Libre Comercio, Puerto Rico pierde su atractivo de ser mano de obra barata, con exenciones contributivas a industrias extranjeras y la entrada preferencial de la mercancía a EE. UU. y enfrentamos otra crisis del modelo colonial, ya no somos un mercado exclusivo. Esto hace que las empresas se muevan a los países bajo el tratado y Puerto Rico pierda importancia como enclave industrial-manufacturero.
Para finales del siglo XX, surge otro período de crisis. Con la eliminación de la Sección 936 por parte del Congreso de EE. UU., comienza un periodo donde se admite que Puerto Rico es una colonia (fin de la Guerra Fría), y entra en su fase de crisis fiscal debido a la deuda pública. El cambio a una economía capitalista-neoliberal y dependiente, subvencionada por ayudas, subsidios y préstamos (deuda pública y privada) para mantener artificialmente un nivel de consumo de productos fabricados o distribuidos por EE. UU. (mercado cautivo de los productos estadounidenses). El camino para el neoliberalismo que se abría paso desde la década de 1970, ahora es su momento para expandir las políticas, políticas de ajustes y recortes al gasto público, privatizaciones y contrataciones que se imponen.
En Puerto Rico se ha impuesto desde EE. UU. un orden social, político, cultural y económico colonial-neoliberal que determina nuestra vida y forma de interpretar la realidad, que impone políticas públicas y define prioridades. La característica principal es que no tenemos poderes políticos para alterar esta situación. Este marco de acción es dentro de instituciones económicas de EE. UU. que limita las políticas económicas y condiciona la sociedad puertorriqueña para aceptarlo.
Este problema colonial añade complejidades al sistema económico y al desarrollo que hay que entender dentro del juego de poderes y negociaciones políticas. No se tiene un modelo de desarrollo que se adapte a las necesidades puertorriqueñas, se establecen prioridades según la metrópoli. Seguimos con el modelo de capitalismo por invitación, mezclado con capitalismo-neoliberal-dependiente al que se le han añadido otras políticas de crecimiento, y debilitando el modelo de desarrollo con inversión social que se había establecido.
Con la imposición de la Junta de Supervisión-Control Fiscal bajo la Ley PROMESA se impone la colonia administrada desde la metrópoli, con el objetivo de pagar la deuda pública y establecer políticas neoliberales. La economía del siglo XXI la han enfocado en la dependencia (uso de fondos federales y atraer inversionistas por Ley 22 de 2012), el turismo y el comercio de multinacionales con subsidios.
La Ley 22 de 2012, ahora Ley 60 de 2019, crea un paraíso fiscal para atraer inversionistas a comprar propiedades, reduciendo los impuestos a 4 % para los servicios exportados, ofrece exenciones contributivas, dedicándose a crear alquileres a corto plazo, causando el problema de desplazamiento poblacional, falta de ingresos fiscales y concentrando la economía hacia el turismo. Los planes se concentran en pagar la deuda pública como prioridad, crecer artificialmente a través del consumo y atraer inversionistas que no generan empleos ni pagan contribuciones, además de la industrialización por invitación.
El modelo para impulsar crecimiento económico es con incentivos y financiamiento federal, la dependencia. Puerto Rico sigue siendo un enclave militar que fue cambiando a enclave industrial, comercial y de servicios. El enclave es militar-industrial-comercial y de servicios donde la dependencia se alimenta de este enclave.
En el siglo XXI, al trazar la ruta del desarrollo para lograr un país equitativo, inclusivo, justo, próspero y feliz, esto no se consigue pues hay que lograr ese balance que armonice lo que desea la metrópoli y lo que desea la gente de Puerto Rico. Por eso la alternativa es romper paradigmas, hacer el desarrollo desde otro enfoque, con otros actores, como lo hemos comprobado en los espacios donde se ha participado en Puerto Rico.
Presentando un enfoque alternativo de desarrollo, para poder entender los procesos del desarrollo y de la economía de forma diferente y buscar soluciones a los problemas del desarrollo de Puerto Rico. El análisis de la economía del desarrollo alternativo es subversivo, busca un balance entre diversas teorías elaboradas y lleva a pensar el desarrollo desde adentro hacia afuera, a pequeña escala, con nuevas visiones dentro de la economía compleja y transversal y con perspectiva de género.
Es planificar para entender lo que tenemos y lo que queremos, donde el enfoque sean las personas, desde lo pequeño y con las tecnologías apropiadas e integrando diversos actores para que transformemos la sociedad.
El enfoque alternativo es estudiar la economía y el proceso de desarrollo dentro de la colonia, descolonizando de forma transversal, que atraviesa todo en la sociedad con causas y efectos para entender cómo lograr cambios y transformar la colonia-militar.
El análisis crítico de la actividad económica, social, ambiental y cultural descansa en la explicación de las continuidades en el contexto histórico, en esos pequeños espacios que se abren en la economía intersticial y con el apoyo de la economía del conocimiento que logremos apropiarnos para crear una economía más centrada en el conocimiento alineada con las necesidades reales, una economía pequeña, ágil y eficiente, donde los actores diversos juegan un papel importante, en especial las mujeres.
Entendiendo que la clase política y los EE. UU. no están dispuestos a devolver a Puerto Rico a un camino de desarrollo, pues solo ven el crecimiento alimentado con fondos externos, la dependencia como modelo que favorece la colonia militar. El ser una isla pequeña se presenta ahora como una oportunidad si se sabe utilizar esa ventaja, pero hay que articular ese otro desarrollo.
En el enfoque de desarrollo alternativo, dialogamos con la gente que está construyendo en espacios pequeños, conversamos de la economía de la liberación, que permite integrar la diversidad en la economía. Es liberar al ser humano de ese dominio hegemónico que el capitalismo-neoliberal-dependiente y colonial le ha impuesto para que descubran que pueden transformarse y transformar la sociedad, desde la resistencia.
El desarrollo como proceso va identificando variables cualitativas, aquellos recursos y capacidades que se encuentran ocultos, diseminados, poco o mal utilizados, trabajos innovadores, experiencias históricas, acervo cultural, destrezas, capacidad empresarial, ubicación geográfica, inversión social, actores y rescatando la solidaridad y las expectativas como acervo importante.
Es entender los eslabones productivos entre sectores, entre actores diversos y la necesidad de realizar cambios institucionales para organizar y combatir la corrupción (que es un mal atado a la condición colonial).
Desde los pequeños espacios de la economía intersticial, donde las universidades, las comunidades, las cooperativas, pequeños y medianos comerciantes, los/las agricultores/as y otros modos alternos en la economía trabajan incluyendo la economía informal. Es la acción social o económica de significación alternativa que puede desarrollarse en el seno de una sociedad capitalista y productivista, a veces con miras a una transformación de esta en una sociedad capitalista y sus experiencias, y donde las mujeres son parte importante de esa economía.
La economía empática, la inteligencia social y la planificación transversal
En la caja de herramientas para el plan de desarrollo alternativo unimos tres herramientas de análisis como es la economía empática, la economía con inteligencia social y la planificación transversal.
Al estudiar los diversos proyectos de economía alternativos hemos encontrado la ruta para construir el desarrollo.
Este será el tema del tercer artículo de esta serie. ¡No se lo pierda!

