Despiden a Dr. Árbol plantando sus cenizas en El Yunque

JAIME TORRES TORRES

Periodista y Editor

PRENSA SIN CENSURA

En lo más recóndito del Barrio Naranjo de Fajardo, acariciados por las aguas puras y virginales del Bosque Nacional El Yunque, Dr. Árbol fue despedido con la sencillez con que se le dice adiós a un consecuente defensor de la Madre Tierra: con las anécdotas de sus amigos y colaboradores sin más testigos que los Seres Arbóreos que protegió con su vida.

No era fácil llegar a su última morada, donde vivía el arbolista y periodista Carlos Montalvo-Mont, fallecido la semana pasada a los 73 años, y donde ahora es su última morada porque sus cenizas, conforme a su voluntad, fueron depositadas en una quebrada y utilizadas para plantar, con la tierra fértil del sector Los Polacos de Naranjo, un retoño de Neem, el árbol farmacia.

El Dr. Ariel Lugo, la fotoperiodista Elisa Llensa, la activista ambiental Eileen Llorens, Víctor Cuevas del Servicio Forestal Federal, familiares, como su hermana Aida, Los Hermanos Rivera, que tan gentilmente lo recibieron en su finca hace unos años y que hoy se desbordaron en atenciones, amigos como Margie y jóvenes discípulos saludaron su memoria contando e intercambiando anécdotas, desde su combatividad a los políticos insensibles, ambientalmente hablando, hasta sus cruzadas en bicicletas y campamentos en la costa y la montaña.

Su mascota Gaia saludaba amigablemente a las personas que llegaron al final del estrecho camino vecinal, sin prisa y el estrés de ver bloqueados sus autos.

Habitaba Dr. Árbol un edén, monte arriba, bañado de manantiales inagotables, una exuberante flora de palmeras, aguacates, yagrumos, tabonucos, plátanos, guineos, panapén, neem y un jardín de flores exóticas que esta tarde parecían sonreír.

Habitaba Dr. Árbol un paraíso, allá en la altura, en que la cotorra, el ruiseñor, la reinita, el pitirre y el múcaro siempre cantarán a salvo de la deforestación del capital.

Habitaba Dr. Árbol un aposento que es escenario de coquíes que cantan libres y felices sin mordazas, ruidos y la contaminación sonora de las ciudades.

Una tierra fértil, que sembró y ayudó a reforestar, y un alma libre, como el espíritu taíno que sostuvo e impulsó los pasos de sus andanzas ambientales a pesar de sus quebrantos de salud.

Se leyeron póstumos versos a su honor y algunos brindaron con cerveza. Se prepararon alimentos y se afinaron unas tumbadoras. No hubo llanto ni lamentos. Solo la celebración de una vida consagrada a la Pachamama.

Murió Carlos Montalvo-Mont, hijo de Utuado adoptado por El Yunque, desde Jiménez hasta Cubuy; desde El Verde hasta Naranjo, entre otros rincones del Bosque Nacional.

Perdurará su aportación, como un apostolado, a la organización de grupos ambientales que combatieron la deforestación alrededor del Archipiélago, incluida la construcción de un hotel en el humedal de Luquillo, la deforestación de una finca para el establecimiento de Plaza Fajardo y la tala indiscriminada ordenada por los alcaldes populares y novoprogresistas del Noreste y Este de Borinquen.

Fotos y video/Prensa sin censura

Deja un comentario