Por Ramón Nenadich
Presidente Estado Nacional Soberano de Borinken
Asumiendo como fecha base el año de 1493, cuando Cristóbal Colón visitó nuestra tierra por primera vez, mañana se cumplen 530 años en los que nuestro pueblo ha estado viviendo bajo un régimen colonial despiadado impuesto por las dos potencias imperialistas más poderosas en sus respectivas épocas. Aunque la fecha cierta del inicio del colonialismo en Borikén, ejercido por Juan Ponce de León, fue en el 1508, el impacto de la guerra de los españoles contra nuestros antepasados arahuacos de Ayiti (Haití y Quisqueya), tuvo grandes consecuencias para nuestro pueblo indígena borikeño de las que se hablará en otro momento.
De lo que les quiero hablar en este artículo es de lo que casi nadie habla sobre lo que es el colonialismo y cuáles son sus diferentes implicaciones en la vida de los pueblos que lo han sufrido o aún lo padecen. Empecemos por lo primero: el colonialismo es un fenómeno histórico inicialmente económico. Como asunto relacionado a la economía de los países europeos, la razón básica por la que se empieza a concretar este sistema fue para adquirir materias primas baratas de la costa de África por parte de Portugal. Más tarde se pasó a la compra-venta de seres humanos secuestrados de sus comunidades y sometidos a la esclavitud. España luego siguió este camino e hizo lo mismo. Debido a la falta de espacio, no puedo extenderme mucho en estas definiciones, así que me veré obligado a dar algunos saltos históricos para los que solicito su indulgencia. Sin embargo, la esencia no se perderá.
La Enciclopedia de Humanidades define el colonialismo de la siguiente manera:“El colonialismo es un sistema de dominación por medios tanto políticos como militares, de un país sobre otro. Un estado de alto poder económico y militar, llamado metrópoli, ejerce un control directo sobre un territorio que se encuentra fuera de sus fronteras, que se denomina colonia. Las colonias no tienen autonomía ni autodeterminación, es decir que su estructura legislativa e impositiva está determinada por la metrópoli.” (Fuente: https://humanidades.com/colonialismo/#ixzz88PXhJ5n5)
Por su parte Jokin Alberdi y Carlos Pérez de Armiño lo definen de esta forma: “La colonización, o proceso de ocupación de otros territorios, supuso la irrupción violenta y generalizada de los intereses capitalistas europeos en los distintos continentes. Se inició en el siglo XVI, con las primeras conquistas y anexiones de territorios, y continuó hasta bien entrado el siglo XIX.” (Véase, https://www.dicc.hegoa.ehu.eus/listar/mostrar/34.).
En nuestro caso, hemos sido víctimas de dos procesos coloniales diferentes, aunque similares en cierto sentido. Desde el punto de vista económico, las colonias se adquirieron para ser explotadas por las metrópolis. Aquello de “traeros la civilización porque ustedes son salvajes”, fue sólo un manto ideológico para encubrir la verdadera razón del colonialismo: el robo de los recursos y riquezas de los pueblos invadidos y ocupados militarmente. Porque en ambos casos, en nuestra historia, ambas metrópolis se metieron aquí por la fuerza de las armas y a tiro limpio; no con flores y dulces para los niños y las niñas.
El colonialismo no es sólo económico
Aun cuando la razón fundamental del colonialismo es la dominación y explotación económica de los pueblos sometidos a ese tipo de regímenes, existen otros efectos que son tan perniciosos como el primero. Con toda probabilidad, uno de los más perversos es la sustitución de los valores y tradiciones culturales de los colonizados, así como la destrucción de la identidad nacional y la implantación de un sistema de control dirigido a quebrantar la psiquis de los pueblos subordinados. Estas medidas son tomadas por las metrópolis para evitar la resistencia de los colonizados y poder someterlos a sus designios explotadores. De modo que, de esta forma, tratan de tornarlos sumisos y complacientes con las imposiciones imperiales. Una vez fragmentada la identidad nacional y resquebrajada la psiquis del colonizado, éste se convertirá en un ente ambiguo y obedientes al poder del colono. Incluso, se identificará con éste y, sobre todo, querrá ser como él. De aquí que reniegue de su propia identidad e idiosincrasia y se dedique a exaltar la de su amo, del cual dirá que es lo mejor que Dios ha creado.
La estadidad no es descolonización, sino adulación del colonizador
El discurso asumido por el sector político estadoista o asimilista, de que la integración a los Estados Unidos como estado de esa unión, equivale a un acto de descolonización, es no sólo incorrecto, sino tramposo y equivale a una engañifa. El diccionario de la Real Academia de la Lengua define esta palabra como: “Engaño artificioso con apariencia de utilidad.” Esto es precisamente, lo que quienes integran esa colectividad han tratado de hacer al decir que la llamada “estadidad” es una forma de descolonización. Han engañado a sus huestes y a otros sectores diciéndole que esa opción de estatus cumple con los requisitos de descolonización establecidos por las Naciones Unidas con el fin de utilizarlas para sus fines personales de poder. Sin embargo, esa alternativa, en realidad, no es una fórmula descolonizadora debido a varias razones que se expondrán a continuación:
1. Los Estados Unidos es una unidad jurídico-política nacional que no admite la plurinacionalidad y nosotros somos una nación latinoamericana y caribeña.
2. La asimilación cultural e identitaria de nuestro pueblo al estadounidense es muy complicada y prácticamente imposible, aún con el grado de influencia que los ideales americanizantes tienen sobre el País, por lo que ese proceso es muy cuesta arriba y generará mucha más resistencia.
3. Para que sea viable la asimilación política y cultural a los Estados Unidos, tiene que eliminarse el idioma español como vehículo de enseñanza en el sistema público del País, así como en las agencias del gobierno, y ser sustituido totalmente por el inglés, y esa batalla ya se ganó hace más de 70 años.
4. Aún si se diera la total integración de nuestro país a la Unión estadounidense, la relación que existiría entre ambos pueblos continuaría siendo una de tipo colonial porque seguiríamos siendo un enclave de explotación económica para el beneficio de los intereses transnacionales de esepaís, los que terminarían por arruinar a la debilitada clase empresarial boricua.
El camino hacia la descolonización es sólo uno: la restauración de nuestra soberanía nacional boricua que se encuentra usurpada por Estados Unidos
La idea de que nuestro país le pertenece a los Estados Unidos es sólo un invento fantasioso del poder hegemónico de ese país. Eso no es cierto porque para que esa idea se materialice, primero tienen que sacar de aquí a toda la población boricua y sustituirla por estadounidenses. Aun cuando los anti-boricuas atrincherados en las huestes asimilistas lo han intentado y han tratado de borrar nuestra identidad con nimiedades como cambiar el nombre a las ciudades y los carros de la policía, tales como: Guaynabo City, Aguadilla City, San Juan City Police, etc., lo cierto es que eso son sólo pajitas que le caen a la leche. Son acciones intrascendentes hechas por espíritus pequeños que sienten que al hacer eso se transforman en gringos.
Desde luego que para lograr nuestra descolonización es necesario cumplir previamente con varios aspectos fundamentales. Algunos de estos son:
1. Profundizar los procesos de educación y organización de nuestro pueblo dentro de un programa político de autogobierno totalmente independiente de las estructuras coloniales.
2. Generar proyectos que promuevan una economía solidaria que opere fuera de los controles impuestos por el gobierno colonial y el imperial.
3. Establecer una red de comunidades autogestionarias con sus propias instituciones, leyes y reglamentos separadas del poder dominante.
4. Crear una moneda propia que sirva para generar un intercambio justo de trabajo y producción.
Desde luego que todavía faltan más ideas que se pueden incorporar a esta propuesta de liberación nacional anticolonial. El verdadero camino hacia nuestra libertad y la restauración total de nuestra soberanía nacional boricua no está en los plebiscitos fatulos, incluyendo los de aquí y los de allá, ni en ganar escaños en una legislatura de pacotilla, ni en establecer alianzas que sólo sirven para alimentar egos e ilusorias masturbaciones mentales descolonizadoras. Después de todo, sólo existen dos poderes reales: el del imperio que nos sojuzga y el del pueblo cuando decida liberarse de ese sistema inmoral y destructivo. Ésta es la posición y propuesta del Estado Nacional Soberano de Borinken.

