Crisis en la iglesia cristiana puertorriqueña

Nota del Editor: Primero de dos artículos de opinión.

Autor: Teólogo y laico Enrique Rivera Zambrana

Especial para Prensa sin censura

La Iglesia cristiana en Puerto Rico enfrenta una seria crisis. ¿En qué consiste esa crisis? Es la cuestión a la que se intentará dar algunas respuestas a través de esta serie de dos artículos de opinión.

Sin embargo, las causas que han generado esta crisis confluyen al final de todo en una que resume estas cuestiones. Pero antes, quiero aclarar que, al hacerse referencia a “iglesia cristiana”, se alude con este apelativo a todas las denominaciones cristianas en nuestro país, sean estas católicas o protestantes.

A continuación, se han de compartir muy brevemente estadísticas que reflejan un descenso en el número de adeptos a la iglesia. Lo anteriormente indicado se encuentra en contraposición al por ciento de personas que profesan creer en Dios. Esto último no es nuevo para la mayoría. Sin embargo, es tema de mucha preocupación para el liderato de las diversas instituciones cristianas en Puerto Rico. Pese a todo, trabajar con esta realidad es la parte más incómoda de todo este asunto.

No obstante, es imperativo reflexionar sobre los puntos a exponerse, así como considerar las posibles soluciones ante las nuevas y duras dificultades a las que desde hace tiempo enfrenta la iglesia.

Los datos provistos por el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico reflejan que para el año 2019, el 96.9% de las personas afirmaba creer en Dios. Además, el 83.8% de la gente declara “que Dios es muy importante en sus vidas.” Pero resulta sumamente interesante descubrir que del 96.9% del público que profesa creer en Dios, además del 83.8% de quienes aseguran que Dios es muy importante en sus vidas, solo un 44.9% asiste a su iglesia.

Contrario a lo que nos quieren hacer pensar algunos líderes religiosos, la participación de la población creyente en las distintas actividades cúlticas o litúrgicas es, evidentemente menor a la esperada, dado el alto número de la ciudadanía creyente.

Con todo eso, aflora la patente pregunta: ¿Por qué ocurre todo esto? Con honestidad, huelga decir que la contestación es compleja. Aquí se intentará responder a tal interrogante del mejor modo posible. Sin embargo, pueden existir aun más causas de las que seguidamente puedan presentarse como argumento ante los mencionados hechos.

De cualquier modo, debe mencionarse como una de las primeras causas el dinero. Sí, el dinero. La mayor parte del liderato eclesiástico boricua vive intranquilo por el dinero. No es para menos. Ante una significativa disminución de su feligresía cunde el pánico ante la falta de flujo de dinero. ¿Qué consecuencias acarrea tal infortunio? El liderato se vuelca a una constante y agresiva venta de indulgencias, como la llevada a cabo por el Papa León X en 1515. No es que solamente los católicos incurran en este tipo de acciones, son, irónicamente los evangélicos protestantes quienes con mayor fervor efectúan estas prácticas.

Muchísimo se ha tratado a través de múltiples medios acerca de las enormes riquezas y lujos que acumulan pastoras, pastores y “apóstoles”del patio. Claro, aquí se menciona a los protestantes evangélicos, en especial a aquellos de nueva generación; pues estos últimos no tienen ningún empacho en divulgar con toda la propaganda a su disposición las “ventas de milagros”, “siembras”, entre otros artilugios retóricos que logren engrosar sus ya prósperas cuentas bancarias.

Empero, tales “apóstoles” o pastores y pastoras no son los únicos en este tipo de negocios sacros. El resto del liderato de las demás denominaciones cristianas, católicas y protestantes, ha caído en el frenesí de trocar los medios por los fines poniendo como propósito máximo, el dinero. Es así como todas las energías de las comunidades de fe se invierten en robustecer sus presupuestos.

Presupuestos que se consumen, a parte de los sustanciosos sueldos de quienes regentean las iglesias, en costosos sistemas de sonido, suntuosos templos y otras estructuras de hormigón que no tienen nada que ver con las apremiantes necesidades de las comunidades marginadas.

Pero, de la mano del diezmo, las ofrendas y otras ventas de indulgencias y milagros se encuentra el poder. El afán por el poder es otra de las causas de la crisis que enfrenta la iglesia. Se dice que la gente no cambia con el poder, sino que el poder hace ver el verdadero rostro de la gente una vez lo obtiene. Es trágico asistir a un tiempo en el cual muchas personas formalizan comunidades eclesiásticas solo por lucro y poder.

En otras instancias religiosas existen luchas fratricidas cuyos alcances son peores en muchos casos a los que se dan en el mundo de la política vulgar de nuestros gobiernos. De ese modo, son comunes las luchas de poder, las competencias, la envidia e incluso las venganzas.

Debe hacerse un aparte para honrar a lideres eclesiásticos de todas las denominaciones cristianas que no responden a las agendas a las cuales se hace referencia. Existen pastoras y pastores que entregan sus vidas por sus congregaciones, por su pueblo sin otro interés que servir. Se trata de sacerdotes, monjas, pastoras y ministros que se preocupan por alimentar a quien no tiene que comer dejando su salud por cumplir con dicha misión.

Se sabe de iglesias que ayudan a mujeres víctimas de violencia de género, lo mismo que a sus criaturas; también se preocupan por conseguir albergue para quien no tiene además de asistir a personas enfermas e indigentes. Definitivamente es justo mencionar el esfuerzo de héroes y heroínas de la fe cristiana que con su anónima labor hacen una enorme diferencia.

De todos modos, resulta lamentable que un número importante de personas no quiera asistir a alguna iglesia porque saben que existe el abuso religioso del que se viene hablando. Es muy común escuchar las conversaciones en los centros comerciales, las plazas públicas y otros lugares de reunión popular en las que se ventilan las corruptelas de determinados líderes religiosos. Porque, muchísima gente sabe que el dinero y el poder dominan las altas esferas religiosas de nuestra cristiandad.

2 comentarios en “Crisis en la iglesia cristiana puertorriqueña

  1. Me emociono al leer, ya que hace solo una semana estaba parado en Wittenberg, Alemania, en la universidad donde un monje agustino colgó 95 Tesis. Como líder de una comunidad cristiana reconozco con dolor y vergüenza los males aquí mencionados. Que Dios nos ayude a autoevaluarnos y humillarnos delante del Señor en ves de buscar una hoguera para quemarlo. Diga más, que cambio es lo que hace falta 💔

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