31 años después, se siente el vacío de Héctor Lavoe

JAIME TORRES TORRES

Periodista y Editor

PRENSA SIN CENSURA

El mundo salsero conmemora hoy el trigésimo primer aniversario del fallecimiento de Héctor Juan Pérez Martínez, el inolvidable e irrepetible Cantante de los Cantantes, Héctor Lavoe.

La noticia estremeció a los melómanos alrededor del planeta.

Perú, Colombia y México lo lloraron, pero en lugar de estacionarse en el lamento, lo inmortalizan celebrando y divulgando su legado.

La salsa es mucho más que Víctor Manuelle, Marc Anthony y Gilberto Santa Rosa. La salsa es el chamaquito que soñó con grabar un sencillo y ahorró para hacerlo, ilusionado con una oportunidad para forjar carrera.

La efeméride de su muerte, sin embargo, sorprende a la Salsa en su peor momento en Puerto Rico, que ya no es la capital del género, toda vez ha perdido a muchos de sus exponentes. No es la meca de la salsa porque la radio comercial y la industria en general no respaldan a los talentos que, con mil sacrificios, venden sus autos e hipotecan sus casas para grabar discos que luego las emisoras SalSoul y La Z no tocan.

La tradición y la nostalgia la mantienen sobrevivientes como El Gran Combo, Sonora Ponceña y Willie Rosario, pero eso no es suficiente.

La salsa es mucho más que Víctor Manuelle, Marc Anthony y Gilberto Santa Rosa.

La salsa es el chamaquito que soñó con grabar un sencillo y ahorró para hacerlo, ilusionado con una oportunidad para forjar carrera.

Tal y como hizo Lavoe cuando emigró a Nueva York y grabó con La New Yorker el sencillo “Mi china me botó”, uniéndose luego a Willie Colón para abrazarse a la historia como uno de los binomios más trascendentales y explosivos del género.

El vacío de Lavoe es evidente. Sin respaldo hoy a las nuevas voces que perseveran en la expresión no podemos esperar estrellas como él en el mañana.

Hoy se observa que con la excepción de Domingo Quiñones y Herman Olivera, no se ven cantantes que puedan impartirle continuidad al aporte de Lavoe, Ismael Rivera, Marvin Santiago, Frankie Ruiz, Cano Estremera, Chamaco Ramírez, Tito Rojas y otros cantantes de pueblo y no de cartel.

¿Por qué? Porque las emisoras mencionadas siguen tocando la misma música de hace 50 años, desperdiciando la oportunidad de crear balance.

El 31 aniversario de la muerte de Héctor Lavoe, si bien se aprovecha la coyuntura para una exhibición a su honor en su natal Ponce, sorprende a sectores de la industria con una deuda moral y cultural impagable que solo se puede saldar honrando su memoria con la resolución sincera de la divulgación de su obra de manera integral y la protección de los monumentos a su memoria.

Mire el abandono de su escultura en La Guancha, como lo denunció recientemente el artista y comunicador Eric Rivera. El abandono inspira vergüenza.

Es la misma historia del olvido institucional que se repite con Cortijo y Maelo. A nuestro entender con Héctor Lavoe debiera ser diferente por su impacto social, humano y cultural, tanto a nivel local como internacional.

En honor a la verdad la radio, incluso lo que queda de La Z tras el errático Día Nacional de la Salsa en celebración del 40 aniversario, apenas divulga su música. El séptimo arte, tras el sensacionalista filme de Marc y JLo, además de la inconclusa producción de Raulito Carbonel y su insistencia en proyectar a Héctor “empericado” en el monólogo y musical ¿Quién mató a Héctor Lavoe?, aún no lo honra como corresponde.

Willie Colón, llamado a perpetuar su memoria, lo intenta hacer en sus presentaciones al igual que ocasionalmente Rubén Blades.

El municipio de Ponce, su pueblo natal, lo ignoró durante la incumbencia de Mayita Meléndez. De visita en meses recientes, constatamos que, al menos, el panteón en que yacen sus restos, juntos a los de su esposa Puchi y su hijo Tito, recibe el mantenimiento adecuado.

La literatura, de otro lado, prefiere abordar su mito desde la ficción, sin el rigor y la competencia de estudios socioculturales serios.

Afortunadamente, su familia, entiéndase su hija de crianza Leslie, sus nietos, su hermana mayor Priscilla y otros hermanos, lo honran con sus oraciones y mejores recuerdos.

En Lima y el Callao, en Perú; en Cali, Colombia, en Quito, Ecuador y en Veracruz, México, articular el nombre de Héctor Lavoe es motivo de persignación y reverencia. Vaya a Perú y sea testigo de los libros, murales, tirillas cómicas, pinturas, obras y miniseries a su honor.

El culto que, inexplicablemente, su Ponce natal no rinde regularmente a la memoria de su hijo predilecto Héctor Juan Pérez Martínez, irónicamente es parte de la cotidianidad de los habitantes del Puerto del Callao en Perú.

Monumentos, esculturas, pinturas, camisetas, graffitis, tributos, programas radiales, obras, poemas, tatuajes, joyería, esculturas, figuras, literatura y hasta oraciones e intenciones diarias que se elevan a El Todopoderoso por el eterno descanso de un mito cuya música se escucha en cada esquina y cuyo apellido artístico ‘Lavoe’ ha sido escogido incluso para bautizar y nombrar a decenas de peruanos.

Uno de los reconocimientos al Jibarito de Machuelos es el libro “Salsa y Sabor en cada esquina: Mi Visión de Héctor LaVoe en el Perú” del escritor Mario Aragón Urquiza, cuyo interés por documentar el paso de El Cantante por la república sudamericana, específicamente durante casi una semana en la Feria del Hogar celebrada en 1986, se remonta a 2010.

Aún el séptimo arte, se debe reiterar, está en deuda con Héctor. La película de Marc Anthony y JLo presentó una mueca del artista flagelado por la droga, desaprovechando la oportunidad de resaltar la grandeza y trascendencia de su arte.

La de Anthony Felton, protagonizada por Raulito Carbonell, termina abruptamente por falta de presupuesto.

En 2023 en Puerto Rico se quedó corta la expresión de honores en la coyuntura del 30 aniversario de su muerte y en la celebración de su cumpleaños 77.

Ya veremos cómo se le honra en 2026, cuando se conmemoren los 80 de su nacimiento, que coinciden con el año del centenario de Tite Curet Alonso.

Claro está, si de algo sí estamos seguros es que Lavoe le sigue cantando a Borinquen desde la otra vida… Porque, aparte de leyenda y mito, Héctor Lavoe es la bandera del sentimiento del pueblo.

Jibarito eterno.

Voz de la pobreza.

Clave de la identidad boricua.

Sonrisa del dolor.

Sonero del desamor.

Caricatura del ‘a mí qué’.

Carcajada de la esquina.

Símbolo del aguante y la resistencia cultural.

Hoy es un día para celebrar su herencia y honrar su memoria con gozo, amor, gratitud y escuchando su música a todo volumen porque la verdad es que La Voz de Héctor Lavoe consuela a las Juana Peña, Juanito Alimaña, los ‘bacalaos’ y pirañas de la vida…

Porque Lavoe es espejo del verdadero Puerto Rico: el de una historia de explotación colonial de cinco siglos, pero dispuesto siempre a mantenerse de pie hasta el final…

Héctor Lavoe.

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