Antonio Luis Ferré, baluarte empresarial del Periodismo puertorriqueño

In Memoriam:

JAIME TORRES TORRES

Periodista y Editor

PRENSA SIN CENSURA

Don Antonio Luis Ferré recorría la redacción para saludar personalmente a cada periodista de El Nuevo Día.

Cuando un reportaje lo impactaba llegaba al escritorio del reportero a felicitarlo.

Me sucedió cuando publicamos la historia de Pedro Lisboa, un humilde campesino que residía sin agua y energía eléctrica en una campiña de San Sebastián.

Lisboa era un jibaro agricultor que saciaba su sed en el manantial de su finca; se alumbraba con quinqué, trabajaba con pico y asada y se entretenía tocando el cuatro puertorriqueño.

El reportaje provocó que el propio Antonio Luis gestionara con el gobierno que a Lisboa se le instalara la infraestructura básica para recibir los servicios esenciales de agua y luz.

Ordinariamente, saludaba a los empleados que se cruzaban con él en el estacionamiento o en un pasillo del periódico. Gesto de respeto y empatía hacia su personal que varias veces a la semana solía repetir, desde los departamentos de circulación y tráfico hasta producción y ventas.

Su cercanía le mereció el cariño y la admiración de sus empleados. Su saludo, posiblemente, es la memoria que se dispara en no pocos tras trascender la noticia de su fallecimiento el pasado 16 de junio, a los 90 años.

Siempre recordaré a Don Antonio Luis Ferré como un patrono justo, paternal y muy comprometido con el bienestar de sus empleados y familiares.

Llegaba y te saludaba. Inmediatamente preguntaba qué historia estabas redactando y la respuestas propiciaban una conversación de varios minutos.

⁃ “Hola Jaime, ¿qué historia estás redactando?, me preguntó una tarde.

⁃ “Un reportaje sobre la pobreza en Punta Diamante en Ponce. Esta comunidad está en un cerro que se ve desde la PR-3 y sus caminos no están pavimentados. Tampoco tienen infraestructura de alcantarillados. Hay mucha necesidad”, le respondí.

⁃ “Estaré pendiente para leerla”.

Don Antonio Luis Ferré disfrutaba las historias de interés humano. Eran [lo son y serán] mi especialidad, gracias a la guía de mi mentora, la poeta Iris M. Landrón Bou, Redactora Jefa de Por Dentro, quien forjó en mí la pasión por escribir notas con sentido que bajo su tutela aprendí a revestir con elementos poéticos y literarios.

Era otro Periodismo. Mucho más que responder cinco preguntas en el lead o usar el referente de la pirámide invertida. Era redactar con el corazón y respeto a la precisión.

Ese nuevo periodismo, que en la era de las redes y la inmediatez digital se ha diluido bastante, es parte del legado de Antonio Luis, como también durante la dirección de Carlos Castañeda lo fue la independencia editorial, libre de ataduras, influencias e intereses comerciales y político partidistas.

Era imposible que un profesional de ventas o mercadeo cruzara la línea e irrumpiera en la redacción a cabildear por los artistas y políticos que pautaban publicidad en sus páginas.

El paradigma, evidentemente, ha cambiado, pero durante parte de la historia de El Nuevo Día, según lo documenta en su ensayo histórico el cronista Guillermo A. Baralt, se honraron los valores del periodismo. Se recordará que Ferré demandó a la administración de Pedro Rosselló González cuando atentó contra la libertad de prensa al retirar la pauta de anuncios de las agencias gubernamentales de las páginas del diario.

De regreso a las anécdotas, uno de los reportajes que más lo conmovió fue el del niño Pedrito Rivera, publicado el miércoles 24 de diciembre de 1997, día de Nochebuena.

Fue la historia de un jovencito de 6 años que jugaba con los Blue Jays de la Liga Pampers en Río Grande y que había enfermado de cáncer. Su Sueño de Navidad era conocer a la estrella del béisbol de las Grandes Ligas, Juan ‘Igor’ González, quien lo llegó a visitar a su hogar en Río Grande y más adelante a su fiesta de cumpleaños.

La publicación de la Nochebuena de 1997 don Antonio la complementó con un editorial titulado “El Puerto Rico generoso”.

En verdad, Puerto Rico vive en el 1997 momentos difíciles que inspiran preocupación: la ola de atracos, asaltos y crímenes que no se ha dominado aún por las autoridades; el trasiego de drogas y el uso de éstas por una parte de la población; servicios de salud deficientes e incompletos, a pesar de los esfuerzos hechos en los últimos años. Pero nos redimen otras cualidades que poseemos: el amor y la unidad de familia, el profundo respeto por el prójimo; el amor a la libertad y al diálogo civilizado en una democracia. ¡Y ahora en diciembre de 1997 otra prueba más de que nuestra gente es generosa y bondadosa con el prójimo!”

Los encuentros con los reporteros de la redacción, tanto en Por Dentro y Deportes como en Negocios y Noticias, eran frecuentes.

Cada semana Don Antonio Luis Ferré salía de su oficina para visitar cada departamento del periódico El Nuevo Día. Siempre lo hizo, desde los tiempos en Torre de la Reina en Puerta de Tierra.

Un lunes por la mañana me sorprendió con su visita. Aún no se había coordinado la agenda editorial de la semana en Por Dentro. La conversación fue diferente.

⁃ “Jaime, ¿cómo pasaste el fin de semana?”

Nunca imaginé semejante pregunta. Le hablé de mis actividades familiares; de mis hijos, de mi padre.

Don Antonio escuchaba atento mirándome fijamente a los ojos y me dijo: “Gracias por todo lo que haces”.

Parecía que esperaba mi respuesta y de lo profundo de mi corazón le dije:

⁃ “Le deseo mucha paz Don Antonio Luis”.

Él se detuvo y se me quedó mirando con una expresión de asombro.

⁃ “¿Paz..? La paz es muy necesaria… La paz no se puede comprar. Gracias por tus buenos deseos”.

Así recuerdo a Don Antonio Luis Ferré. Al menos, durante gran parte de los años que trabajé en el diario, como un patrono justo, paternal y muy comprometido con el bienestar de sus empleados y familiares.

Eso, tras la renuncia de Chu García a la dirección, cambiaría con la llegada de sus hijos María Luisa y Luis Alberto a la dirección; posteriormente con los directores chilenos; las ventanas de retiro de personal en edades muy productivas; los tristes despidos de editores muy leales y el chiste de la local de un sindicato norteamericano pro patrono, evidente durante la administración de Adolfo Comas Bacardí.

La despedida de don Antonio Luis Ferré, baluarte empresarial del Periodismo puertorriqueño a cuyo honor el gobierno de Pedro Pierluisi decretó tres días de duelo, es este jueves 20 desde las 11 am en la Parroquia Stella Maris del Condado.

¡Descanse en paz, Antonio Luis Ferré!

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